24 jun 2008

el hombre pared


En la azotea, con el viento tapando los oídos y el frío que no se siente, la pared estaba allí, sin razón, desde algún día lejano cuando la pusieron, ladrillo a ladrillo con su capa de cemento.

Por detrás escuchó pasos, un hombre asomó en su campo de visión. Llevaba un mazo y una carretilla para poner el concreto derruido. Dejó todo en el suelo y se escabulló por detrás otra vez, a bajar y volver a subir las escaleras.

Bueno, como que la pared se empezó a inquietar. Mirando a todas partes, era obvio que los más derribable de todo aquello era ella misma, una pared sin sentido, baja en especial, como de dos metros y ancha como de unos tres, y sin pintar. Pasos, pasos, y otra vez el hombre asomando, tenía un cincel y un martillo. Dejó los instrumentos y sacó un pedazo de tiza, se detuvo visionando unos segundos los trazos que iba a hacer y luego la pared vio cómo le ponía la mano y empezaba a dibujar en su encima. Obviamente la pobre no se hacía una idea de las rayas que le iban haciendo, puesto que era una pared, y las paredes son rígidas por naturaleza. Lo que sí, al principio no sintió nada, pero ya luego como que la tiza le iba haciendo cosquillas a medida que tocaba unos puntos especialmente sensibles en ella. Juas, juas, juas, se carcajeaba en su mente porque no tenía boca, o eso creía, y las paredes sin boca sólo se ríen por dentro. El punto es que era un trámite irresistible, y de tanta cosquilla y risa interna la pared empezó a agrietarse ligera, imperceptiblemente, pero con decisión y ya si todo seguía por ahí se terminaría por resquebrajar sin necesidad de hombre albañil.

Dejó la tiza. El hombre terminó de hacer los trazos, dio unos pasos atrás y miró su dibujo. Asintió con la cabeza y fue recogiendo el cincel y el martillo. Clac, clac, clac. Empezó a golpear en los contornos con sumo cuidado, respetando los trazos de su dibujo, mirando bien de no dar un golpe demasiado fuerte y terminar agrietando el material de trabajo. Por su parte la pared se desternillaba de risa, esto de los golpes clac, clac con el cincel era algo insufrible y ya lagrimeaba, la pobre. Pero no se podía mover. A las justas y captaba dentro de su campo de visión la figura de un hombre delante suyo trabajando con sus herramientas. Picaba y picaba, y eso le llevó toda la mañana. Al medio día asomó una mujer con una botella de cerveza helada que el hombre despachó de un solo impulso, cloc, cloc, cloc....aahhh! se secó la boca con la mano, como si no bebiera nada desde quién sabe cuándo. Prometió que ya bajaría a almorzar, siguió picando un rato más y al fin, cuando creyó que todo su trabajo estaba terminado, vio una imperfección a la altura superior izquierda de lo que antes había sido una pared hecha y derecha, y que ahora era la escultura, muy burda por cierto, de un hombre deforme. Y como su obra no debía (de poder sí) tener imperfecciones, fue y super-clac le metió una cincelada letal. Se dice que al hombre ya la cerveza se le había subido a la cabeza. Lo cierto es que ese último golpe fue demasiado grande y chililín, se le vino abajo toda la (no quisiera decir escultura de nuevo) obra de la mañana. Los pedazos cayeron en generosos bloques y se quebraron al tocar suelo. Al final ya no quedó ni pared ni nada, salvo en su lugar un hombre con cara de ladrillo que se desternillaba de la risa y que, al verse libre, se puso a saltar y a bailar: hombre, no queda más cerveza? Pero el escultor-albañil-tallador estaba atónito y no respondió. Un hombre atrapado dentro de mi pared, se dijo; y plop, se desmayó. Por su parte el hombre cara de ladrillo, lleno de esa vitalidad sin usar que solo tienen los humanos atrapados durante toda su vida en una pared de concreto, se fue saltando y bailando por todas las azoteas de las casas aledañas, hasta que se perdió en el horizonte y hasta que ya no le quedaron más azoteas por saltar. Entonces bajó a la playa, corrió a través de la arena y se tiró una zambullida en el mar, y al rato se salió porque le dio insolación y mejor se fue a comer un c(s)ev(b)iche.


3 dijeron...:

Adnil dijo...

jajaja seria hombre cara de ladrillo, esta chevere y si, tiene que ver mucho cómo lo cuenten o narren para que se dé el completo sentido al cuento =) a mi me gustó, me dio gracia aunq ya lo sabía tuvo su lado sorpresivo y gracioso :D

Adnil dijo...

cómo haces para encontrar figuras exactas para cada cuento?? chevere, más didáctico, asi uno puede entender más y ayuda a la imaginación jeje

wingerr dijo...

Pa mí que bebió mucho el señor xDD...me gustó cómo lo narraste.

Ya quisiera yo... ¬¬ jaja xDD..Sigue así.