1 may 2008

emmm....

Cafecito con Jenni, ella es la del café, yo llevo la lucidez en la sangre así que nada de cafeína, pero como soy tonto a veces, me bebo una coca cola, y un té e igual me lleno de cafeína, que por cierto la otra vez leí en internet los pros y los contras del café, decían algo de un paro cardiaco, y de crear dependencia, no me acuerdo bien; la cosa es que consulté en internet. Y la vez anterior igual, me dolía la cabeza, la parte de atrás para ser exacto y dale con meterme a internet a consultar si era un tumor o algo así. Pero no, nada, me encontré con cosas como: Cefalea Tensional, o hemicraneal paroxística crónica, o quién sabe si una cefalea por trastornos metabólicos... y yo diciendo: que no, doctor; sólo me duele la cabeza, por detrás, desde la mañana...Cefalea Tensional, o hemicraneal paroxística crónica Cefalea Tensional, o hemicraneal paroxística crónica Cefalea Tensional, o hemicraneal paroxística...así que mejor lo dejé, esas cosas pasan solitas. Pero al rato me dolió otra cosa y me descubrí tipeando mi molestia en el google, con un poco de preocupación, rayos; estoy mal. Pero luego me sentí mejor, y es que páginas más tarde descubrí foros y demás con gente posteando acerca de su males y pidiendo medicaciones a los otros usuarios jajaja, entonces por ahí le recetaron aspirinas a un tonto con dolor de cabeza, tonto por lo de no conocer las aspirinas, tonto. Pero más abajo el tonto contestaba diciéndole al bestia que le llamó tonto que lea bien; que lo que él quería era medicina alternativa, alguna hierba curativa que se toma en infusión, de preferencia que se fume, o algo así, y no una simple pastilla de esas que fabrican millones y que como ovejitas nos las tomamos como si nada, y formamos parte del sistema, masas no pensantes, objetos económicos bla, bla, bla... medio reaccionario era el tipo de la medicina alternativa, yo lo dejé mejor, y me pensé lo de la aspirina.

Es que me dolía la cabeza desde la mañana, ese martes. La clase de filo, casi no me enteré de lo que hicimos, y eso que la profe llegó de buen humor y todo. La cabeza me daba vueltitas y luego, antes de inglés, cafecito con Jenni, repito, yo me mantengo descafeinado de preferencia, menos cuando me olvido y me tomo una coca cola; que por cierto (paréntesis) alguna vez se han preguntado, qué ocurre cuando tomamos una coca cola? (paréntesis). Luego en inglés, ese fue el día que dije no al café, pero sí a la coca cola; creo que tanta azúcar me había quitado el dolor de cabeza, algo así como que ahora mi organismo tenía cosas más importantes que hacer, nivelándome el azúcar, y absorviendo toda la cafeína, que ya no le dio tiempo para lo de la jaqueca, jaja. De forma que yo ya me sentí mejor y chévere porque esa clase hicimos el tema de las películas y redactamos un poco y esta vez ya no le pregunté todo a la profe, sino casi todo. Y más tarde me acordé de que me tengo que descargar Donnie Darko.

28 abr 2008

Cerca,

en el campanario, hacía más frío de lo habitual, y a través de las llanuras se avecinaba la noche cargada de lluvia. Una cuerda deshilachada y vieja dormía los años en medio del silencio, bajo la sombra de una campana ciega. De vez en cuando hacía suficiente viento, y la cuerda se movía casi dos centímetros de su posición. Y de repente del otro extremo, a través del túnel que desembocaba en el ala lateral de la iglesia, capitas de polvo se alborataban ligeramente sobre un suelo sin huellas, oscuro y cargado de bancas. Abandonadas, las bancas; nadie madrugaba para sentarse sobre ellas. Ahora que el pueblo había terminado de agonizar, la soledad como un manto lo invadía todo y se regodeaba a su gana, comiendo hasta reventar de los recuerdos del aire. No se percataba del día, ni de la noche, porque no les temía. En esos valles asfixiados por la sequía apenas y soplaba el odioso viento de vez en cuando, imposible de contener, moviendo centímetros de cosas, desordenando ligeramente su reino. Maldito. No podía hacer nada, pero era tan débil, siempre tan débil el viento, que daba igual.
Silencio, soledad...nubes, nubes, nubes. Esa noche llovió. Esa noche, cuando llovió...

La soledad rugió, se removió hasta sus cimientos; lloró con rabia y se extendió a través de todo el espacio para llenarlo de quietud, pero como no escampaba, ni lo haría en muchas horas; no tuvo más remedio que abandonar las plazas, las casuchas y los recovecos, para correr a refugiarse bajo los fuertes cimientos de la catedral, y esperar, salivando odio, a que terminara todo. De forma que se quedó dormida, acurrucada sobre sí misma hasta que amanezca. Y entonces, cuando salió vio que todo el pueblo era un charco, las calles antes invisibles, ahogadas por el polvo y la decadencia, asomaban su rostro débilmente, volvían a delimitarse. Pero el sol de medio día no tardó en apagarlo todo. Pasaron semanas, dos. Y la plaga que se alimentaban del recuerdo, dueña de todo lo baldío, volvía a deslizarse limpiamente sobre sus dominios. Eran días en que la vieja cuerda del campanario no daba señales de vida, y la campana seguía ciega; pero una tarde se sintió más frío del habitual. A través de la llanura habría podido observarse ejércitos de nubes oscuras viniendo. Esa noche llovería, y la otra, y la otra. Durante semanas la desolación iba a temblar, escondida en su rincón y de día saldría a reparar sus tesoros de quietud, sin más herramienta que su trabajo, que se mueve lento, con los años. Soportaría, curtida en desastres, trajinada en la inundación, días y meses, como una ciudad siendo sitiada.
Y un día, cuando el primer hombre vuelva, cuando sus hijos de nuevo crezcan sobre la misma tierra; los ecos de la vida se comerán la soledad, y tal vez la vieja cuerda se sacuda los años de polvo, y poco a poco, la campana recobre la vista.